jueves, octubre 15, 2009

A mis muertos...

A mis muertos, que después de todo siguen por aquí rondando...

Y quién me asegura que no estoy muerto,
que el mundo no es más que una enorme sala de espera,
una parada de tranvía,
que nuestro paso en este tiempo es una ausencia de vida
o una ausencia de muerte
o una ausencia simplemente.

Y quién me asegura que la tierra no es el infierno,
que tu cuerpo desnudo no es el pecado vivo de la lujuria
que recurrimos a Clío para platicar de la historia,
de los muertos pasados venerados en tumbas,
que no les lloramos porque se fueron y los vamos a extrañar;
lloramos de coraje, de envidia, porque la vida los eligió.

Y quién me asegura que no soy poeta que intenta seducir a la muerte,
que mis letras reclaman el dulce alivio mortal,
que deseo vivirme en lugar de morirme
y que descansen mis restos después de haber cruzado el umbral.

Y quién me asegura que estoy viejo,
que mis canas son la evidencia del tiempo,
que mi cuerpo encorvado no indica que me estoy callendo,
y quién me asegura que me estoy muriendo.

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